9 de abril de 2024

La Bruja (último)

 


para Clara Gillman, por Entre dulces y plastilina

8.
—Tres años sin vernos son muchos, Sur — se quejó mi esposa.
—No nos vemos, pero ocasionalmente paso a visitarlos a su casa.
—Sí, cuando el viento golpea con fuerza las ventanas sabemos que eres tú. Nos metes cada susto — me reí.
—Te trajimos un regalo — avisó dándole una caja sellada.
 
Sur la recibió y por instantes la tuvo en sus manos llena de emoción antes de abrirla y presumirme su contenido. Era un frasco de litro y medio transparente, con tapa negra, lo miró a contra luz de la fogata, lo destapó, bebió primero el líquido y después engulló aquel amasijo de células, tejidos y membranas.
 
Como siempre sucedía cuando la veía comer, sentí asco y luego náusea.
 
9.
—Tengo una duda — dije mirando a la bruja — ¿por qué cuando nos conocimos dijiste que no recibías ofrendas, que a ti no se te pedía, que tú dabas?
—Te lo explico. Contrario a lo que les hacen creer sus ideologías espirituales y religiosas, Las Brujas de los Cuatro Vientos somos de las pocas creaciones que tenemos libre albedrío, porque hasta los demonios tienen su misión.
—Vaya…
—Ustedes idealizan la versión de que están condenados a un destino antes de nacer, misma que se convierte en el enemigo a vencer, aunque en la búsqueda para “salvarse” se van a los extremos: desde la Santería, donde realizan sacrificios para seguir cumpliendo con la desventura adquirida tras ser iniciados, pasando por el hinduismo y la falsa conexión con la universalidad a través de la meditación, hasta creer en la farsa Católica donde en cada misa reiteran su fatalidad en ese canibalismo de comer y beber el cuerpo de Jesús, el Cristo, creyendo que conseguirán la salvación, cuando lo que hacen cada domingo es asesinarlo de nuevo.
—Vaya, pero también dijiste que llegabas a las esquinas y…
—… me entrometo en el destino de la gente — interrumpió y luego sonrió con picardía — sí, me inmiscuyo donde no me llaman, eso es libre albedrío.
—Entonces el mundo espiritual como opción para evolucionar es mentira — aventuré.
—Ni siquiera saben lo que es la espiritualidad. Ese concepto es tan etéreo que prefieren desgastarse tratando de definirlo y después alcanzarlo, sin darse cuenta que no existe. La evolución del espíritu no es ser una buena persona. En otras dimensiones no existen seres buenos… tampoco malos. Todo se rige por la conciencia.
—Vaya.
—En un par de años vas a cuestionar a un Babalowo sobre algunos temas, y él te responderá que dejes de debatirlo todo porque lo que sucede en la vida cotidiana, llegado a un punto, se sale de toda razón y la última palabra la tiene Orunla. Claro, si le preguntas a un cristiano antepondrá a Jesús y un judío citará a Yahvé. No te lo creas, debes dudar de todo porque sólo así comprenderás la condición real de tu existencia.
—Vaya…
—Los seres humanos no tienen libre albedrío. Creen que pueden tomar decisiones y que gracias a algunas de ellas su destino cambia. Falso. Hasta decidir es parte del destino aún y cuando cambie por completo una situación a tu favor.
—Dios se burla de nosotros… bueno, en realidad los dioses de cualquier religión.
—Todos provienen de uno solo, ellos son él. No busques respuestas, trata de entender lo que carece de lógica, llega a una conclusión dejando de ser tú y te sorprenderás. Pero hazlo sólo con respecto a tu vida y deja que los demás hagan lo suyo.
 
(Tras aquellas palabras Sur se acercó y me besó en la frente, pero no lo hizo por simpatía ni por ternura, activó en mí un estado mental que desde entonces me refresca mis pensamientos cuando comienza a invadirme la necedad).
 
Luego, tras responder a mi esposa sobre cómo se hacía el cambio de cabezas en el viejo Egipto y aclararle el verdadero motivo por el que los cuerpos de los faraones eran amortajados sin ser colocados en posición fetal, como solían enterrar a los fallecidos en el desierto, Sur puso una expresión seria.
 
—Es un gusto conversar con ustedes, los amo, pero las personas con las que llegaste están por volver — me avisó.
—Sí, es mejor esperarlas en el auto porque Martha es abogada y siempre cuestiona todo lo que carece de lógica en lo que hago.
—Pónganse de pie y tómense de la mano — pidió y agregó — váyanse directo a su casa, nada de hacer paradas ni llevar a esas personas a cualquier lugar donde vivan, ni aunque les quede de paso.
Okeeei — acepté.
 
Nos paramos frente a ella conociendo lo que a continuación vendría: regresó a su estado de belleza con el que la conocí, sopló levemente sobre nuestros rostros y de inmediato me embriagó su particular aliento, luego nos tomó de las manos para formar un círculo y entre los tres juntamos nuestras cabezas por unos instantes. Nos dio una bendición (diferente a la que cualquiera pudiera imaginar), luego nos abrazó, besó, envolvió de nuevo a mi esposa con sus brazos y volvió a ser una vieja.
 
—Ese tipo que te hace brujería, déjamelo a mi, lo mismo que a su perro — avisó Sur y soltó una carcajada — si ustedes supieran que alma involucionada reencarnó en ese animal, y que en general reencarnan en los perros, hasta él mismo dejaría de acostarse con él — dijo ambiguamente.
—Ya, no nos digas, estamos hartos de explicarle a la gente ese tema y no entienden — pedí.
—Anota el nombre de ambos, del tipo y su mascota, en un papel estraza cuadrado y con un pedazo de carbón, lo quemas, las cenizas las pones en tu mano derecha tres días después, abres la ventana de tu recámara a la media noche y extiendes el brazo. Yo pasaré por los restos y los convertiré en eso mismo, restos. Es mi libre albedrío
 
10.
Volvimos al auto y unos pocos minutos después llegaron Martha, Sonia y su padre, lo que me dio tiempo de explicar a mi esposa por qué las había mandado a la tienda de autoservicio.
 
—¿Cuál es el plan? — preguntó Sonia abriendo la cajuela para mostrármela llena de bolsas con comida.
—Tan sencillo como que acercamos el auto al campamento lo más que se pueda y avisamos a la gente se acerquen para entregarles la comida.
—Compramos algo especial para la viejita que cuidó a su padre — avisó Martha — ¿en dónde está?
—¿La anciana? — las cuestioné y luego me reí — por ahí debe andar. Dijo que iría al baño y que por su reumatismo tardaría mucho. Su regalo también repártanlo.
 
11.
Una hora después el maletero estaba vacío y emprendimos el regreso al sitio donde recogí a las mujeres. Martha iba conmigo mientras que Sonia y su padre con mi esposa. Dado que pasaba de la media noche el regreso fue rápido.
 
Mi esposa es muy paciente, así que supongo supo sobrellevar cualquier tema con la hija desesperada y su padre, pero Martha, ella, como buena abogada, no podía quedarse callada.
 
—¿A que vino tu mujer? — quiso saber.
—No te incumbe.
—Está bien, no preguntaré más — se fingió indignada.
—Aunque lo hicieras no te responderé.
—Cabrón — soltó, no dio detalles del motivo para decirlo ni se los pedí, pero no se quedó callada — tú a cualquier lugar donde te metes es para hacer cosas raras.
—No me molestes, Martha, yo estaba a punto de ponerme a leer en la sala de mi casa cuando tú me interrumpiste para hacerme venir hasta acá.
—Wey, no te creo nada, ustedes los brujos son unos cabrones, tú eres un cabrón muy cabrón — soltó.
—No vuelvas a decirme brujo, ya te lo he pedido muchas veces. La próxima vez que lo hagas te convierto en lagartija para que niños culeros te maten a pedradas — dije y me reí.
—Cabrón — repitió y de inmediato cambió de tema — por cierto, el lunes tengo una audiencia de un juicio importante y necesito, ya sabes, que el juez acepte las pruebas para…
—Polvo de cuerno de venado viejo que haya estado 3 años mínimo encima de una sopera de Oshún — la interrumpí — lo vas a tirar en la Sala de oralidad del penal en cuanto entres.
—¿Dónde coños lo voy a conseguir?
—Déjamelo a mí, pasa  a recogerlo a mi casa el sábado por la noche, yo te lo preparo.
—¿Aprovechamos para ir a cenar?, yo los invito — propuso.
—No.
—Eres irritante.
—Sí.
—¿Cuánto me va a costar el polvo del cuerno ese? — preguntó a punto de perder la poca paciencia que le quedaba.
—No sé… aparte de todo tengo que jurártelo, así que si te parece nos invitas a cenar el sábado que pases por él y con eso será suficiente.
—Eres un cabrón, insisto.
—No, bueno, sí… a veces, sobre todo cuando una histérica me interrumpe mi lectura.
—¿Qué leías
—“Bajar es lo peor”, de una bruja llamada Mariana Manríquez.
—Suena tenebroso.
—Naaá, es una historia de gays mezclado con seres del averno. Bastante malito, por cierto, pero quiero saber en qué termina.
 
Llegamos a la misma esquina, en el Oxxo donde compraron su café. Marqué al celular de mi esposa y le pedí no bajara de su auto. Mi amiga contrató un radio-taxi y Sonia y su padre se fueron en el primero al que le hicieron la parada.
 
Aquello no les tomó más de cinco minutos. Luego de que se marcharan me acerqué al auto de mi esposa y de dije que se fuera directo hasta nuestra casa. Yo la seguiría con mi auto. Llegamos sin contratiempo en menos de media hora.
 
12.
—¿Quieres cenar? — ofreció mi esposa, quien no ocultaba el gusto que le provocó ver a la bruja.
—Naaá, mejor dame una cerveza, con la náusea de verla cómo cenaba no creo poder comer nada.
—Yo tengo hambre — dijo, fue por la cerveza, me la entregó y volvió a la cocina mientras yo cogía “Bajar es lo peor”, lo abrí, saqué el separador, pero de inmediato lo devolví y cerré el libro.
—¿Ha visto la verdadera personalidad física de Sur? — la interrogué luego de mostrarle el botellín vació para darle a entender que necesitaba otra.
—Si.
—¿Cómo es?
—Si la consideras guapa cuando se presenta con unos 30 años de edad, la auténtica te dejaría boquiabierto.
—¿Cómo?
—Su belleza es única… — señaló entregándome otra cerveza.
—Se supone que las brujas son feas — aventuré.
—No la provoques — advirtió y volvió a la cocina.
 

* en una futura entrada compartiré como desde reencarnaciones anteriores existe el vínculo entre mi esposa y la Bruja de los Vientos del Sur.